lunes, 15 de febrero de 2010

La certeza del poder


Los presidentes no se disculpan. Son dioses. El sólo roce de sus nalgas con la proverbial silla que simboliza su investidura, los convierte en dioses. Las nalgas como varitas mágicas.
Pienso en la certeza del poder. Esa exaltación omnipotente que debe sentir quien lo posee, impide pronunciar ciertas palabras. Apenas ocupar la silla, el léxico personal suprime vocablos tan relacionados con la humildad como son: perdón, disculpe, me equivoqué, calculé mal y, por supuesto la frase: intentaré no volver a hacerlo.
Por eso el poder se convierte en la quimera de muchos que no están dotados para ejercerlo con justicia. El anhelo de acceder a él se convierte en adicción y se hace todo para conseguirlo. En el camino se pierden los escrúpulos, si es que los había, entonces los demás se preguntan: Bueno, ¿y esté qué persigue?, ¿de qué va? añade otro más coloquialmente.
El besamanos, el asentimiento ante cualquier cosa que diga, el cumplimiento ágil del menor deseo u orden, la sensación de que él es el guía por ser más inteligente y visionario que los otros; son anhelos humanos, provenientes de la maléfica caja de Pandora, cuya apertura mitológica dio libertad a todos los errores, llámense defectos, de la naturaleza humana: egoismo, ambición, avaricia, despotismo, egocentrismo, y por ahí pa´l real. Fuera del mito, la ambición de poder proviene de esa parte oscura de lo humano, que algunos tienen más oscura que otros, y que combina todas estas “malas leches” en un verdadero acto de maldita creación.
Porque desde luego, el ejercicio del poder absoluto, necesita de todos los ingredientes mencionados y al menos en algunos de nuestros países, esa práctica trasciende como demócrata en una realidad virtual tras la que se esconden viejos procedimientos coloniales. Al presidente nunca se le dice que no, nunca se le niega nada, no se le reta y mucho menos se le mira de frente, con sinceridad y valentía.
O sea que vamos a las urnas a elegir representantes cuando la mera verdad es que estamos eligiendo virreyes, con todos sus atributos.
En ello yace la razón de que algunos procesos muy exitosos de reinvindicación popular, se reviertan finalmente en regímenes totalitarios del peor corte. Una vez que se prueba la droga es difícil abandonarla. Se necesitan terapias de alto voltaje para ello. Porque el ejercicio del poder también va acompañado de la desconfianza en los demás y, por ende, la ausencia de vocación para compartirlo. “Nadie lo haría como yo”, parece ser el lema de los poderosos. Y ni siquiera piensan en las repercusiones de su arbitrariedad tras el periodo de gobierno o, en cualquier caso, en la finitud del ser humano. Porque al poderoso le tiene sin cuidado la historia, si es que alguna vez le importó. Quiere trascender como factor dominante, lo demás está de más (con perdón de Mecano).
Hace 15 años entrevisté en México al escritor y expresidente de Nicaragua, Sergio Ramírez, quien por entonces fundaba el partido de la Renovación Sandinista, desgajado de aquel que derrumbó la tiranía de Anastasio Somoza. Ramírez hablaba entonces de la política, como instrumento para llegar al poder y la definía así:
“Yo digo que es una droga en el sentido de que uno piensa de que ya no puede vivir sin la política y a la vez la política ya no puede vivir sin uno, cuando las dos apreciaciones son erróneas, de carácter subjetivo. Por eso es que los políticos difícilmente aceptan retirarse. Es un oficio que persigue a la gente hasta que muere. No obstante, cuando alguien da el paso adelante, entiende perfectamente que no pasa nada, que otros llegan a llenar ese espacio. Es una cuestión, creo yo, que tiene que ver con la sobrestimación personal del papel que uno mismo se asigna en la política. En el sentido platónico la política sería un oficio timiótico, que tiene relación con el timo, ese deseo personal de la figuración, de la participación.”

Hasta mi adorado Cosimo se dejó tentar por la institucionalización de su gobierno sobre los árboles cuando intentó redactar una Constitución y poner un nombre a su república. Afortunadamente no alcanzó a instaurarla, porque de haberlo hecho, de haberse instalado como gobernante único de su reino vegetal, habría inoculado el germen de la destrucción a la paz social de los habitantes arbóreos.
Esta semana escuché al Dr. Lorenzo Meyer, a quien considero el analista más lúcido de México, afirmar algo que suscribo:
"¿Por qué los gobernantes toman medidas que afectan a los ciudadanos cuando son incapaces de vivir como ellos?"
Para después concluir: "Las élites siempre están distanciadas de la sociedad."

El tema del poder no ha dejado de estar vigente a lo largo de los siglos. Y aún mucho le queda. Por lo pronto, sabemos que mi barón rampante, Cosimo, se libró de sus males. Termino la lectura con un respiro de alivio.

9 comentarios:

  1. Me encanta tu sentido del humor en las letras!!!

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  2. No dejes de compartir tus pensamientos con nosotros...gracias miner...

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  3. Excelente post, Minerva.

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  4. De poca madre texto, foto, enfoque, sensibilidad. No importa que haya amarguras si hay valentía y arte para escribir. Me quedo con la idea de que el poder engaña de forma inversa a quien lo ejerce y a quien se somete a él.. El que lo ejerce se convence de su superioridad, pero para que esto ocurra el sometido se inventa y se convence de que su inferioridad es real y se forma como una mentira pactada.

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  5. De poca madre texto, foto, enfoque, sensibilidad. No importa que haya amarguras si hay valentía y arte para escribir. Me quedo con la idea de que el poder engaña de forma inversa a quien lo ejerce y a quien se somete a él.. El que lo ejerce se convence de su superioridad, pero para que esto ocurra el sometido se inventa y se convence de que su inferioridad es real y se forma como una mentira pactada.

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  6. Hoy recordé tu página y entré a ella...gracias por tu generosidad!!

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  7. Leerte es como un remanso en mi día a día, con la claridad que lo haces, con la picardía y análisis característico....muchas gracias por escribir Miner...gracias por existir....y sobre todo gracias por compartirlo con nosotros....

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  8. Magnifico tu artículo.

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  9. Será por eso que hasta los que llegan gracias al voto democrático después se precipitan para cambiar constituciones y asegurarse una permanencia vida durante. Esa es la moda de "nuestra américa"... ¿vocación dictatorial?
    vaya usted a saber.
    De nuevo besos y abrazos Palas.

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