miércoles, 3 de agosto de 2011

Lichi

A comienzos de los setenta éramos sólo un grupo de jóvenes –poetas, narradores, fotógrafos— que habíamos heredado el ejercicio de la primera generación de la revista Cuba y con ello, el empeño por hacer coincidir el periodismo con la literatura y el arte, en un momento en que el testimonio, proveniente de la prensa, aún pugnaba por su reconocimiento como género de las letras, y la fotografía que daba cuenta de la realidad cotidiana, empujaba las puertas de las galerías.
Recuerdo ahora uno de sus reportajes, Maestra de sierras, con los que ejercitó sus primeras armas de novelista. Extenso, abarcador, una pieza del Nuevo periodismo que exhibía la revista Cuba internacional, sin que sus ejecutantes supieran demasiado acerca de la tendencia y mucho menos sobre Tom Wolfe, su propulsor.
Al regreso de la Sierra Maestra, tras varias semanas de peregrinaje, venía iluminado. Se encerró en su cuarto de la casa familiar de 21 y E, frente a la máquina de escribir, y cuando reapareció traía en la mano un texto prodigioso que en el próximo Consejo de redacción se fue a la portada. Uno entre muchos otros que poblaron las páginas de la revista durante años. De lo mejor que se ha escrito sobre la vida en la Sierra Maestra. Su garra de narrador ya estaba ahí. Visible con todo esplendor.
En esas coyunturas, coincidimos. Y en la amalgama de nuestra vocación literaria con la pasión por el periodismo nos hermanamos para siempre.
El tiempo nos dispersó. Sé que Ernesto, Reynaldo y Figueroa viven en Cuba; Iván y Conte en los Estados Unidos; Luc Chessex, en su original Suiza; otros más en Suramérica y España. Hoy, ahora mismo, Pereira y yo estamos aquí, en la capital mexicana, en una pequeña capilla funeraria del sur de la ciudad, junto al cuerpo de Lichi en su ataúd. Uno de los nuestros.


Y vuelvo al edificio de Ciencias Políticas, junto a la escalinata universitaria de La Habana, que por algún tiempo acogió a la Escuela de Periodismo. Yo ando por el tercer año de la carrera y, desde el vestíbulo veo entrar a un joven, delgado y alto, de tenis, camisa de mangas cortas y jeans un poco raídos, quien llama la atención por su belleza. Después supe su nombre. Era alumno del primer curso y por esos meses noviaba con la Reina de los cisnes. Juntos, se veían como una postal, figuras de ajedrez en cuyo tablero lo vi llorar mucho más tarde por la reina, que nunca salió de su corazón.

Los años nos dispersaron y también nuestros recuerdos se fragmentan en el tiempo. Pero la lejanía geográfica delineó con fuertes rasgos el espacio donde siempre coincidimos: la memoria de nuestra convivencia en la mansión art noveau de Reina y Lealtad. Cuando llegamos a ese sitio, se hacen a un lado las diferencias, de ideas, de carácter, de estilos de vida. Porque en ese sitio, único para nosotros, somos hermanos. Y los hermanos discuten, pero no se pelean.

Manolo y yo lo acompañamos hoy en su hora definitiva. Muy tristes. También orgullosos de pertenecer a esa cofradía de amigos. Porque hoy, a esta hora, cada quien desde un sitio diferente ha partido ensimismado para tocar el lugar creado hace muchos años, donde tenemos la cita del día: el recinto privilegiado de la memoria afectiva, donde siempre nos volveremos a encontrar todos, con Lichi.

Ciudad de México, a 31 de julio del 2011

12 comentarios:

  1. Bello tu texto sobre Lichi en CE, y muy exacto destacar el valor simbólico de aquella casa de Reina esquina Lealtad donde de alguna manera todos nacimos.

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  2. Gracias, Minerva, es bellísimo.

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  3. Yo también lo creo. Es precioso.

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  4. Querida Minerva:
    Pensamos mucho en ti cuando nos enteremos de la muerte de Eliseo Alberto.
    Sabemos cuánto te duele esta desaparición.
    Estamos contigo, de todo corazón mandándote un abrazo fuerte.

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  5. Estimada Minerva, comparto tu pena y dolor por esta pérdida. Haces un homenaje hermoso a Lichi en este texto tan lúcido lleno de emoción. La memoria del ser humano preservara su obra y su legado. Un abrazo desde Richmond.

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  6. Lo lamento Mine, y siempre gustosa de leer tus pulcras líneas desde el corazón y la autenticidad de tu misión en esta vida.
    Gracias por compartirlo, lo lamento, te acompaño en este momento, que simbólicamente, vamos perdiendo a esos compañeros éticos, a los amigos de palabra, de la discusión normal, natural entre hermanos pero enriquecidos por la vida que cada vez nos va colocando en nuestro sitio, en un mundo contradictorio, incongruente, perdido, pero habemos todavía algunos especímenes en proceso de extinción que nos aferramos a las letras, a la palabra desde dentro, a la acompañía sencilla, sin mordazas de por medio..

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  7. MUY SENTIDO Y SINCERO LO QUE ESCRIBISTE SOBRE LICHI. UN DIA ALGUNO DE USTEDES TENDRÍA QUE HACER UN TESTIMONIO SOBRE LA REVISTA CUBA, ALLÍ SE HIZO EL MEJOR PERIODISMO DEL PAÍS POST REVOLUCIONARIO. POR QUÉ NO LO PIENSAS?

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  8. Miner.....linda tu despedida al amigo.

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  9. Querida Minerva: Siento mucho la pérdida del escritor, del cubano denunciante e inconforme, del personaje que fue, del hermano querido de Fefé. Dale un abrazo en mi nombre, porque nos conocemos a través de tí. Qué tenacidad en buscar la muerte...por fin la encontró... Ojalá descanse en paz Eliseo Alberto. Cómo se remueven los recuerdos ¿no? Te mando un abrazo Miner, ya sabes que estoy contigo. Bertica.

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  10. Tu testimonio es reflejo de lo que viviste y entre todos se va armando un puzzle que nos revela etapas o aspectos que no todos conocíamos de la vida de Lichi, tan rica en quereres, tan generosa en su amistad sin límites. Gracias por estar presente en este dossier lleno de amor. Un abrazo, Annabelle

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  11. Cada vez que leo algo escrito por ti me enorgullezco, que bien escribes, muy conmovedor esto sobre Lichi.

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  12. Me lo volví a leer y me volvió a conmover. También te digo que no puedes dejar de escribir por ningún motivo, ni confundir el poli con tu razón de vida, tu vida es una, muy otra, como habla Tana, y no debes perder la brújula.
    A escribir, que eso si es tu obligación, tu deber, tu razón, tu raíz, tu nube, y tu río... Así que quiero seguirte leyendo.

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