sábado, 17 de abril de 2010

Liderazgo y buen gobierno


Hace ya varios años que imparto cursos de comunicación organizacional y/o directiva, lo cual incluye de manera importante algunos aspectos del liderazgo. Apenas abordado el tema, suelo aplicar una suerte de encuesta que consiste en elegir de entre 18 principales cualidades que deben adornar a un líder, las tres que el grupo considera imprescindibles en orden jerárquico. Cada quien escribe en una tarjeta las características que prefiere, y me la entrega. Les doy un receso y cuento.
Puedo decir que en el 95 % de las ocasiones, los atributos seleccionados que arroja la suma colocan a la honestidad en primer término y luego: gran comunicador y gran negociador.
En todos estos años he visto como la condición de Carismático se ha ido desplazando desde un segundo o tercer sitio a un doceavo, al hacer el resumen de las encuestas de todos los grupos que he tenido hasta ahora. O sea, que a los directivos a quienes doy cursos, no les interesa mucho desarrollar su aspecto carismático, al menos no antes de aplicarse con virtudes que consideran más sustanciales: honestidad, comunicación, negociación, visión del futuro, cumplir las promesas, vivir lo que predica, ser valiente y en consecuencia defender a los suyos en el proyecto que los une.
O sea que mis alumnos-directivos prefieren aprender a ser jefes que ascender a los puestos superiores sólo por ser carismáticos.
Esta conducta desata un proceso de retroalimentación en el cual los subordinados comienzan a tener más confianza en los jefes que se esfuerzan por desarrollar tales cualidades y dan el ejemplo, que en los otros de palabra fácil, a menudo demagógica.
Eso en las corporaciones, ya no decir en los gobiernos, donde con frecuencia se ha visto como muchos depositan su voto a favor de líderes carismáticos a quienes sólo les interesa el poder. El gobierno es una empresa como cualquier otra, la principal empresa de un país. Posee un organigrana que debe estar concebido para que la comunicación fluya a través de él y las tareas se descentralicen en un formato de trabajo en equipo, fundamentado en la confianza y el compromiso. Ello en toda la sociedad. Lo cual no implica la inexistencia de discusiones, divergencias, contradicciones que, como bien asienta la teoría, son las que hacen avanzar el carro del progreso, no precisamente el autoelogio y la aparente unidad de criterios para toda ocasión, casi siempre falsos.
No hay nada que haga mas daño a un pais, a sus avances, que esa uniformidad de la opinión, que cuando prevalece de manera permanente, no hace más que levantar sospechas acerca de las formas en que ella se logra. No es posible que todos estemos de acuerdo en todo, durante todo el tiempo. Ni en la familia más unida, ni en la pareja que más se ama. El tufo del totalitarismo, con toda su carga de abstinencias, delata ese cadáver en que se puede convertir una sociedad bajo el peso amenazante de un sistema de censuras.
En medio de estas definiciones teóricas --el guía carismático y el jefe esforzado-- están aquellos líderes no carismáticos que tampoco tienen el menor interés en ganarse el respeto de su gente. Son los que tienen carne de tiranos: incumplen sus promesas de campaña [¿Recuerdan aquello de: Presidente del empleo?], carecen de la mínima capacidad de escuchar a los demás y, por tanto, actúan como si sus gobernados estuvieran de acuerdo con todo lo que hacen. Inspiran miedo ante sus oponentes, quienes lo enfrentan con una cómplice debilidad.
En el bando contrario no puedo dejar de citar a alguien como Michele Bachelet, quien con su aire de jefa de familia que cada día debe ir al mercado, acaba de dejar el gobierno de Chile, con un altísimo índice de popularidad, el mayor desde hace mucho tiempo en ese país. Y ello en medio de un terremoto de grandes proporciones. ¿Tendremos un fenómeno así alguna vez en México? ¿Y en otros países del área?
El tema me trae a colación el pasaje de Don Quijote de la Mancha en el cual Sancho se erige al fin como gobernador de Barataria, la ínsula de sus sueños. Sancho no conocía el mar, ni siquiera sabía que mar y tierra son elementos inherentes a una isla, y aceptó el puesto en Barataria, en realidad aldea de unos mil vecinos, ignorando que su gobierno era la broma de unos ociosos duques, señores de la región. Pero Sancho se creyó el nombramiento a pie juntillas y, al ejercerlo, de burlado pasó a ser burlador pues su sabiduría innata legó a Barataria un cuerpo de leyes presidido por un alto sentido de la justicia. Combatió lo que hoy llamaríamos la especulación comercial, al tiempo que liberaba el mercado; dio equilibrio a los precios y dictó penas contra ladrones, borrachos y cantores de coplas lascivas y falsos milagros. En sólo una tarde “Sancho dictó cosas tan buenas que hasta hoy se guardan en aquel lugar bajo el nombre de Las constituciones del gran gobernador Sancho Panza.”
La noche antes de asumir su gobierno, Don Quijote se había reunido con él para darle algunos consejos, entre ellos el siguiente:
“Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones. En todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente, pues aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia.”
Tanta palabrería del hidalgo, simplificó Sancho en una sentencia que formó parte integral de su legado a Barataria: “Cuando la justicia estuviese en duda, debo acogerme a la misericordia.”
Pasaron cinco siglos y aún debemos aprender de Don Quijote y de Sancho, la mayor herencia que ha dejado la lengua de Castilla a sus hablantes.
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Las citas de Don Quijote de la Mancha pertenecen a “El gobierno de Barataria”, compilación y adaptación de los capítulos referidos al ejercicio de Sancho en la insula, en la obra de Miguel de Cervantes, que hice para la editorial Trillas y se publicó en 2005.

4 comentarios:

  1. Siempre es un deleite leerte, viniendo de tu pluma está garantizado, más con las referencias tan maravillosas que haces, que dan ganas de volver a leer el Quijote... así sucede... ¡Nadie sabe para qué trabaja! jajajaja...

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  2. Líder...honesto...negociador...3 características que no pueden aplicarse a ningún político mexican...y como mencionas Miner,´"será que algún día podamos ver eso en la tierra Azteca!!".
    Se aproximan elecciones en el "rinconcito donde hacen sus nidos las olas del mar" y la única ola que hace su nido ya, es la "ola de la violencia" que la población espera como si fuera algo inherente al proceso electoral.
    Que tristeza México!!!, cito al Ingeniero: "los pueblos tienen los políticos que se merecen!!"

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  3. Liderazgo y buen gobierno...interesantìsimo y cierto...gracias por tu palabra generadora de reflexiones !!

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  4. Tu blog me gustó mucho, la banca tiene un rollo cada vez más interesante y los textos te están quedando muy bien, como de tu época de Convite y hasta mejores!!!

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