
Me llama la atención ese particular concepto de minoría y mayoría que aplica acerca de las muertes quien ocupa la máxima jerarquía en el gobierno mexicano. Una y otra vez los términos se reducen a números y, los números, ya se sabe, se concretan en cifras, por sí solos están despojados de emoción. Contar es su papel. En el discurso que pronunció en Mexicalli para informar sobre las medidas implementadas en ayuda de los afectados por el terremoto, Calderón dijo que “afortunadamente el número de víctimas fue infinitamente menor, en proporción a la envergadura del sismo.”
Podría haberse ahorrado el adverbio.
Puedo imaginar cómo se sentirán los deudos de esa minoría continuamente aludida como el precio --en cada caso mínimo-- necesario, a pagar frente a cualquier desgracia. La afirmación de Mexicalli me reveló que esa minimización de los 22 mil muertos que en tres años arroja una selectiva lucha contra el narco, no corresponde sólo a esos decesos. Se trata de un asunto de mentalidad. La reiteración de tales expresiones lo revela: si la proporción de muertes es menor a la de los sobrevivientes no hay más que felicitarse –-pues ello indica que estamos ganando-- y continuar.
Aritmética simple, pero no humana. Especialmente cuando ya en varias ocasiones el Presidente se ha referido a los civiles muertos como involucrados en el narco, con expresiones lamentables que luego no ha podido sostener.
Minoría y mayoría son términos que se escuchan con mucha frecuencia en tiempos electorales. Ahora pasan a la información cotidiana pues nos la vivimos contando muertos. Y a últimas fechas edades de los muertos.
Junto a las noticias relacionadas se conoce el mensaje propagandístico gubernamental: "Para que la droga no llegue a tus hijos". Hernández ha propuesto una variante, ciertamente fuerte, difícil de colocar en la plana de cualquier periódico, por contestatario que éste sea. Como asume el sentimiento de buena parte de la población mexicana, su slogan merece darse a conocer a través de este medio, por ahora el más libre que tenemos.
Cuando el jefe de un gobierno piensa que su pueblo es sólo una cifra y trata a los ciudadanos como números, poco puede esperarse de su liderazgo; digo, si es que éste existiera.
Yo me pregunto cómo se habría sentido Calderón si en el avionazo en que falleció su entrañable amigo Camilo Mouriño sólo hubiera muerto él y al otro día escuchara decir en un noticiero: Afortunadamente sólo hubo una víctima en el trágico accidente, la mayoría sobrevivió...
ResponderEliminarTrágico recuento numèrico de personas muertas sin motivo alguno que el de una guerra sin principio ni fin y un encargado del ejecutivo sin sensibilidad, ni arrestos, ni vergûenza...gracias por compartir reflexiones tan sentidas y tan lamentables... !!
ResponderEliminarCreo que tienes razón en que la gente pierde su capacidad de asombro cada vez más al ver la noticia de la muerte de un compatriota, sea menor o mayor de edad, pero también creo que la indignación de la población incrementa proporcionalmente con el rencor hacia los políticos mexicanos. La epoca de los líderes terminó, son tiempos de desasosiego...
ResponderEliminarMuy certero tu artículo sobre minorías en número y en edad, sobre todo es de notar como hoy en día los jóvenes representan una cifra cada vez mayor en drogas, delincuencia, violencia y marginalidad, unas veces autosugeridas y otras influida por el medio a causa de la falta de atención y preocupación de los padres, este concepto aplicado globalmente sucede en cualquier parte del mundo, aquí en España te puedo contar de asesinatos de adolescentes impulsados por una insignificancia o no coincidencia de criterios; claro, sus patrones son la violencia de los medios de comunicación que incitan a toda conducta exenta de diálogo y reflexión...
ResponderEliminarLos artículos son buenísimos, Minerva. No dejo de leerlos, porque me transportan a un mundo verbal inteligente y sereno: el tuyo.
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