domingo, 6 de marzo de 2011

Día feriado

Este domingo terminó la edición número 32 de la Feria Internacional del Libro de la UNAM que cada año se celebra en el Palacio de Minería, uno de los edificios más representativos del Centro Histórico de la Ciudad de México. La gestión de Odette Alonso, poeta y novelista cubana, proporcionó por quinta ocasión este espacio para las escritoras latinoamericanas, en el que han comparecido importantes voces de la poesía, la narrativa, el ensayo, de nuestros países. Algunas residen en los Estados Unidos (New York, Los Angeles); otras llegan desde Centroamérica (Honduras, El Salvador, Nicaragua) y el Caribe (Cuba, República Dominicana); muchas viven en México, por origen o por naturalización. Lo cierto es que a cinco años de distancia este recinto sirvió para que las voces de las mujeres invitadas dieran a conocer sus escritos, a menudo por primera vez en nuestro ámbito.
En la ocasión que acaba de terminar, el ciclo Escritoras latinoamericanas en Minería, que así se llama, concluyó a sala llena del auditorio Sotero Prieto un domingo al filo de las cinco de la tarde. Penetrar al Palacio de Minería, asomarse a los libros, sentir el resguardo de los amigos y amigas que allí esperan, escuchar la voz poética a tu lado, contribuye a retroalimentar una mejor visión de la vida. La poesía siempre lo hace, aún la poesía de condición amarga, la de denuncia, la del amor fallido. Justo porque la palabra poética está en ese segmento de la vida que alimenta la belleza y convertir el dolor en belleza, repito esto hasta cansarme, es la facultad privilegiada de los creadores.
Yo estaba alli ese domingo para cubrir mi presencia en la mesa de poesía, invitada esta vez fuera de programa por la amabilidad de Odette Alonso y Juana Ramos. Mas que otra cosa, lo confieso, quise retraerme un poco de la realidad ambiente, de la injusticia y el crimen que nutren las noticias del día, y acudir a escuchar buena poesía a sabiendas que Juana y Odette no me defraudarían. Pero también quería conocer personalmente a dos compatriotas cuya obra he leído desde hace mucho: Maya Islas y Alina Galliano. También saludaría a la narradora Mabel Cuesta, a quien no había visto en años. Todas acudieron al auditorio.
Salí de esa lectura con un hálito de optimismo. La poesía es arma de muchas batallas: alivia y calma; está, ya lo he dicho antes, en el sustento de todas las cosas. Y como tal, cuando los humanos terminemos de exterminarnos unos a otros, en la "cosa" que permanezca, quedará al menos una remota huella de poesía.
Odette y Juana se encargaron de esta demostración. Yo me junté a la tarde y ahora no me queda más que ofrecer un asomo de lo que allí leímos, con mi gratitud por la jornada y el regalo de su espléndida obra.

RENACER

Mi país: tu cuerpo,
que no entiende de fronteras,
donde intento concebirme, nacerme, darme a luz,
abrir puertas, poner casa, fotos y manteles;
del que no quiero emigrar,
generoso sitio en el que apetezco un enteramente,
donde anhelo morir a plenitud, en libertad.
Entiérrame en tu cuerpo,
tierra fértil donde brotaré de nuevo y
esperaré un siglo, las vidas que sean necesarias
para curar la espera, para sanarte los recuerdos
a los que seré ajena con el bálsamo
que supuran mis heridas.

Juana Ramos

EN LA PLAYA
Viendo un cuadro de Picasso

Como si en ello les fuera la esperanza
las dos mujeres corren
tomadas de la mano
sobre la arena gris.
Suelta la cabellera
al sol los senos pálidos
estalla su alegría contra el cielo de nubes.
Una mirando al infinito azul
y la otra al horizonte
que acaso son lo mismo.
¿Qué harán después
cuando caiga la tarde
y el tiempo eche sobre sus cuerpos
la penumbra robusta de la noche?

Odette Alonso

XIV
(Del libro de próxima aparición Ciudad oculta)

Hay acciones maquinales que se convierten en misterios, si estás en una ciudad nueva. El acto irreflexivo de abrir una ventana, dejar la puerta del balcón entornada al anochecer. Amanece y te aproximas a lo habitual con cierta inquietud. A ver lo que te espera al otro lado de la luz que, cuando empujas la rejilla, entra a borbotones hasta la mitad de la estancia. La luz te echa hacia el marco como un puñetazo, casi zozobras bajo sus efectos hasta que de nuevo en equilibrio vas al encuentro con la realidad del día.
Tu ciudad ya no tiene misterios. Ésta, en cambio los oculta todos. Sólo aciertas a señalar el sitio donde aparecen, pero apenas los descubres. El joven que atraviesa la calle esboza hacia ti, volcada sobre la baranda, una sonrisa que recibes como un enigma, algo que no puedes conocer: ¿burla, desconcierto, exploración? Son los gestos de una ciudad que no has vivido, en la que no creciste.
En la calle ocurre que la mirada tropieza con un monumento ignorado. No sabías que por ese callejón ibas a encontrarlo, no lo esperabas y ahora ves como se eleva a lo lejos tan majestuoso como lo has visto en las reproducciones, pero más real, aún impalpable pero real. Es muy raro, es un misterio. Te pierdes en la proximidad de tu propia imaginación. El asombro no es más que una sutil frontera entre lo que crees y lo que inventas. Detrás está el misterio como telón de fondo de la realidad. ¿Será verdad?
No hay que responder, si la visión forma parte de nuestra zona oculta, es verdad. Los secretos no tienen nombre. Nunca lo piden. No lo necesitan porque son una trampa. Si los abres, los demás sólo escucharán ese grito interminable que profieren aquellos que caen. Ni siquiera van a enterarse, a compartirlo contigo. Detrás de un secreto abierto espera el vacío, la caída, el estrépito de los huesos contra la acera. El secreto yacerá en pedazos sobre las baldosas y la ciudad soñada, sus oquedades, sus palacios, su historia, habrá perdido el misterio.

Minerva Salado

En la banca: Juana a la derecha y la también poeta dominicana Yrene Santos, a la izquierda. Yo, detrás, comadreo con Odette. La fotógrafa fue Rita Abreu.

5 comentarios:

  1. Fue excelente aquella tarde y es excelente esta entrada. Sí, la poesía cura. Para mí, los días de la Feria de Minería son de los más felices del año y eso tengo que agradecerlo siempre a ustedes, mis amigas, mis colegas, esa parte fundamental de mi vida. Gracias, Minerva, mi querida Minerva. Gracias a todas.

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  2. Ah!... y las dos fotos están divinas!

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  3. bien!!!! Minerva... muy disfrutable tu banca, ¿tienes inconveniente si lo comparto con otros amigos y amigas?

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  4. Lindo, minerva! me encanto verte en mexico...
    fuerte abrazo!

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  5. Minerva, gracias! Quedó esa esquina con banca espectacular!

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