jueves, 8 de noviembre de 2012

Censura 4

La insistencia como misión

En 1987, durante una entrevista con el periodista norteamericano Bill Buford, Kapuscinki declaró: “Mis esfuerzos van dirigidos hacia una “ensayización” del reportaje. La mera descripción no basta en los tiempos que corren, nos ha sido arrebatada por la cámara.” (25).
 
Pese al énfasis que puso en este dicho, el reportero continuó describiendo atmósferas y personajes con la misma agudeza que trasmite el fragmento citado de “Sin techo en Harlem”. Podríamos inferir entonces que ese afán por el ensayo se depositó en las descripciones, cuyos detalles no precisaron de comentario alguno. Me permito un ejemplo del Kapuscinski verbal:
 
Una vez, cuando estaba en pleno desierto... las dunas danzaban. Nuestro jeep se tuvo que detener porque había una barrera. Una caseta albergaba a un soldado. Este nos apuntó con un arma. Le enseñé que tenía el visado para pasar la frontera... Inmediatamente me calló.
--Eso es imposible-- dijo.
--¿Por qué?-- le pregunté.
--Porque la única frontera soy yo.[1] 
 
Especialnente hábil para reconstruir la atmósfera que rodea al poder, Kapuscinki convirtió su descripción minuciosa en denuncia y por lo tanto, en parte de su misión como periodista. Es de lo que hablaba al principio en relación con sus herramientas: la capacidad de observación de los ambientes y detalles lo hizo un maestro de la descripción intencional, finalmente ensayística, arma con la que enfrentó la censura con mucha eficacia.
 
Desde el propio surgimiento de la prensa, la misión del periodista es buscar en las fuentes originales el contenido de sus textos, de ahí su proverbial rechazo a los intermediarios. La prensa surge por una necesidad de información sobre los acontecimientos. Con el paso de los siglos y el desarrollo tecnológico esta necesidad se fue extendiendo de las minorías a las mayorías, que cada vez se interesaban más en saber acerca de las guerras, los negocios, las coyunturas en el ejercicio del poder político, religioso, económico. Las circunstancias no  han cambiado mucho en siglos, pero sí se han ampliado y en ello se define la misión del periodista hacia sus receptores: informar, e informar lo más cercano a la verdad que a este profesional le sea posible.
 
En la modernidad, la escritura forma parte de ese compromiso, pues la elaboración de los mensajes exige hoy mayores requerimientos; luego, se tendrá que defender su difusión. Tan sencillo como que no hay más que eso. Tan complejo, como que el fin continúa siendo el mismo desde el principio de los tiempos. Sólo se añade el forcejeo cada vez más cerrado entre el poder y los profesionales que pretenden cumplir con su misión; el primero se vale de todos los medios a su alcance, que son muchos y variados. Los segundos sólo disponen de su insistencia en ejercer la profesión.
 
A unos y otros conviene recordarles este legado del maestro Kapuscinski: Cuando el reportero se ve privado de la posibilidad de conseguir información por su cuenta y riesgo, el periodismo deja de ser periodismo, y se convierte, a veces, en propaganda.
 
[1] Ryszard Kapuscinski contó este incidente durante el último taller de periodismo que impartió, en abril del 2004.
 

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