Epílogo
Vuelvo a pensar en esa cita de Ryszard Kapuscinski,
que cada vez que puedo traigo a colación: Cuando el reportero se ve privado de la posibilidad de conseguir
información por su cuenta y riesgo, el periodismo deja de ser periodismo, y se
convierte, a veces, en propaganda.
Cuando aprenderán, carajo. La censura construye los
personajes, los convierte en figuras más grandes de lo que realmente son
profesionalmente y luego, cuando ya no puede con ellos, los acosa y reprime,
con lo cual los fortalece. La lupa de la atención internacional ya está sobre
ellos: se saben observados desde el extranjero, están apoyados por los colegas
del patio, y lo que fue un acto inicial de audacia, bajo el impulso de estar
hasta el gorro de la situación existente y pedir algunos cambios de los cuales
habrían formado parte, ahora se volvió franca disidencia. No se convirtieron en
enemigos, los convirtieron en enemigos.
Son valientes, enfrentan las amenazas, realizan acciones que
en cualquier país pasarían inadvertidas, hasta serían intrascendentes en medio
de un grupo opositor que incluye a profesionales de muy aguda pupila. Pero en
un régimen totalitario, no. Y no, porque prácticamente son los únicos, fueron
los primeros que se arriesgaron a trascender en el prohibido ciberspacio y hoy
sus seguidores los respetan como pioneros. Se lo han ganado a pulso. Lo merecen
En un régimen tortalitario, las acciones cotidianas de
cualquier periodista free lance, que
pretende reportar los hechos por su cuenta, se viven como provocaciones y en
consecuencia, reciben la respuesta, ciertamente desproporcionada, que se le
podría dar, por ejemplo, a alguien que intenta realizar un atentado
público. Porque resulta que para estos gobiernos,
la libre información es un atentado público, y su tratamiento recibe el mismo
nivel de sanciones que un acto delincuencial.
Uno de los resultados de la censura, y no el menos importante,
es que crea razones extraprofesionales para el posicionamiento de los
periodistas reprimidos. Cuando algunos de ellos reciben golpes o son
encarcelados, nadie piensa, y es lógico que así sea, si son buenos, malos o regulares
en lo que hacen, si escriben bien, si
son cultos o tienen sensibilidad para extraer la esencia de los temas. No: porque
son víctimas de la represión y como tales hay que apoyarlos. El perfil conque
se reconoce el buen periodismo, queda oculto bajo el acto de audacia y la ceguera de los represores.
Los censores no aprenden. Una y otra vez cometen los mismos
errores, dan palos de ciego, como si la experiencia no les dijera nada.
Alguna vez, ya se ha dicho antes, la historia les pasará la
cuenta. Y se la pasará por los excelentes periodistas que han sido reprimidos en
el desempeño de su trabajo y por aquellos que jugaron el rol de salir a la
calle a defender su derecho a buscar la nota.
Muy bien por Minerva......como Cubana de Regla conoce el tema a la perfeccion.....
ResponderEliminarSiempre al tanto de tu obra.....Ivan Canas
Minerva... Felicidades,,, me encanta y me impresiona tu enorme capacidad de trabajo,,,, abrazos
ResponderEliminarMe gustó,Minerva, lo único que pude observar es que no mencionas a ningún país específicamente como violador de esos principios fundamentales que debe acompañar al periodismo libre, sin censura. Pero respeto tu omisión, ya que por supuesto, tendrás tus razones.
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