jueves, 22 de noviembre de 2012

Censura 5 (y final)


Epílogo
Vuelvo a pensar en esa cita de Ryszard Kapuscinski, que cada vez que puedo traigo a colación: Cuando el reportero se ve privado de la posibilidad de conseguir información por su cuenta y riesgo, el periodismo deja de ser periodismo, y se convierte, a veces, en propaganda.

Cuando aprenderán, carajo. La censura construye los personajes, los convierte en figuras más grandes de lo que realmente son profesionalmente y luego, cuando ya no puede con ellos, los acosa y reprime, con lo cual los fortalece. La lupa de la atención internacional ya está sobre ellos: se saben observados desde el extranjero, están apoyados por los colegas del patio, y lo que fue un acto inicial de audacia, bajo el impulso de estar hasta el gorro de la situación existente y pedir algunos cambios de los cuales habrían formado parte, ahora se volvió franca disidencia. No se convirtieron en enemigos, los convirtieron en enemigos.

Son valientes, enfrentan las amenazas, realizan acciones que en cualquier país pasarían inadvertidas, hasta serían intrascendentes en medio de un grupo opositor que incluye a profesionales de muy aguda pupila. Pero en un régimen totalitario, no. Y no, porque prácticamente son los únicos, fueron los primeros que se arriesgaron a trascender en el prohibido ciberspacio y hoy sus seguidores los respetan como pioneros. Se lo han ganado a pulso. Lo merecen        

En un régimen tortalitario, las acciones cotidianas de cualquier periodista free lance, que pretende reportar los hechos por su cuenta, se viven como provocaciones y en consecuencia, reciben la respuesta, ciertamente desproporcionada, que se le podría dar, por ejemplo, a alguien que intenta realizar un atentado público.  Porque resulta que para estos gobiernos, la libre información es un atentado público, y su tratamiento recibe el mismo nivel de sanciones que un acto delincuencial.

Uno de los resultados de la censura, y no el menos importante, es que crea razones extraprofesionales para el posicionamiento de los periodistas reprimidos. Cuando algunos de ellos reciben golpes o son encarcelados, nadie piensa, y es lógico que así sea, si son buenos, malos o regulares en lo que hacen,  si escriben bien, si son cultos o tienen sensibilidad para extraer la esencia de los temas. No: porque son víctimas de la represión y como tales hay que apoyarlos. El perfil conque se reconoce el buen periodismo, queda oculto bajo el acto de  audacia y la ceguera de los represores.

Los censores no aprenden. Una y otra vez cometen los mismos errores, dan palos de ciego, como si la experiencia no les dijera nada.

Alguna vez, ya se ha dicho antes, la historia les pasará la cuenta. Y se la pasará por los excelentes periodistas que han sido reprimidos en el desempeño de su trabajo y por aquellos que jugaron el rol de salir a la calle a defender su derecho a buscar la nota.

3 comentarios:

  1. Muy bien por Minerva......como Cubana de Regla conoce el tema a la perfeccion.....
    Siempre al tanto de tu obra.....Ivan Canas

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  2. Minerva... Felicidades,,, me encanta y me impresiona tu enorme capacidad de trabajo,,,, abrazos

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  3. Pablo García Aguilera.1 de febrero de 2013, 3:04

    Me gustó,Minerva, lo único que pude observar es que no mencionas a ningún país específicamente como violador de esos principios fundamentales que debe acompañar al periodismo libre, sin censura. Pero respeto tu omisión, ya que por supuesto, tendrás tus razones.

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